Como casi todos, cometí errores, me equivoqué, y como periodista traté temas de un manera que se podría haber mejorado. No estoy libre de pecados, pero tampoco me quiero quedar con la piedra en la mano. Ni tampoco arrojarla y esconderme en el anonimato.
Por eso opino que hay cosas que deben cambiar, o al menos no pueden seguir así en el periodismo de Villa María.
No podemos seguir faltándole el respeto a las personas, que son nuestras audiencias, exponiendo producciones de tan baja calidad en algunos casos que dan mucha vergüenza ajena.
No podemos seguir pasándonos por lo más oscuro de nuestro ser la rigurosidad en la confirmación de datos y chequeo de fuentes, y publicar lo primero que vemos, escuchamos o nos parece.
No podemos seguir conformándonos con hacer lo mínimo para cumplir burocráticamente con la tarea (especialmente en los medios en los que se tienen ingresos y condiciones por encima del promedio).
Somos una ciudad en la que los proyectos periodísticos se ven pisoteados por un fin puramente económico, político o ególatra. No hay empresas periodísticas fuertes que apuesten a mejorar la calidad de lo producido. Las apuestas son a autosatisfacer algunos de los fines antes mencionados, y nada más.
No quiero hacer nombres ni señalamientos particulares, para no entrar en una disputa estéril. No se trata de acusar a alguien, sino de repensar lo que hacemos entre todos. Cada uno de nosotros sabremos lo que nos toca.
Creo que, de seguir así, las audiencias nos darán cada vez más la espalda, y sabrán encontrar sus propios medios para informarse y entretenerse.
Y junto a eso, meternos a todos en la misma bolsa, y hacer pagar a aquellos que intentar hacer algo digno, por quienes no reparan en algunas formas mínimas de enfoque de los temas.
¿Puedo yo salir a decir cómo se deben hacer las cosas? Si, en lo que respecta a mi punto de vista. Que debería ir sumado con otros parecidos, distintos u opuestos.
Algo hay que hacer, antes que sea demasiado tarde.