Las claves para evitar las pérdidas en el silo de maíz (*)

Una mala compactación y una inadecuada evaluación de la humedad y la materia seca con la que se constituye un silo pueden disparar pérdidas importantes en la reserva. Un corte apropiado y una buena técnica de pisado pueden marcar diferencias sustanciales en el rendimiento del material ensilado.

Estos temas fueron ejes de la presentación en la Jornada Técnica del Oro Blanco que realizó en Canals, en el sur de la provincia de Córdoba, el ingeniero Gustavo Clemente. El profesional asesora tambos y contratistas rurales en todo el país, y es autor de manuales como “Forrajes Conservados. Decisiones y sugerencias para su confección” y “Embolsando granos secos”.

Clemente destacó que para lograr un manejo más eficiente del silo, es vital el control de la cantidad de aire que pueda quedar adentro y del que pueda ingresar cuando se abre la bolsa. Pero este aire no ingresará sino por los espacios vacíos, la porosidad, que está directamente en relación con la densidad del silaje. Ahí está una de las claves.

Por supuesto que la estructura de almacenaje también incide. No es la misma presión cuando se van superponiendo capas en un silo aéreo, a lo que ocurre en un silo-bolsa.

Durante 2009, Clemente realizó desde la Universidad Nacional de Villa María un relevamiento de silajes aéreos de las cuencas lecheras de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, realizando más de 750 mediciones de densidad. Sólo el tres por ciento de los silos superó el punto de densidad considerado crítico de 225 kilogramos de materia seca por metro cúbico (MS/m3). El promedio de la densidad de compactación del silaje estuvo en 148 kg. MS/m3, “lo que estimaría perdidas promedio cercanas al 25 por ciento de material ensilado”, señala el estudio. Pero la situación empeora si le suman las mermas de materia seca por cada extracción y suministro, “por lo que no es descabellado ponderarlas en el orden del 35 por ciento del total confeccionado”, estima Clemente. Según su cálculo, esta fuga de materia seca puede llegar a significar una incidencia de 3,5 litros por vaca/día en tambos de alta producción.


Una de las principales conclusiones de ese relevamiento es que en todo caso, la densidad va a ser determinante la duración de la fase estable de conservación del silo, entre su confección y su apertura, y el nivel de resistencia al daño que pueda sufrir por el aire ingresante.

En este sentido, una fase preponderante a tener en cuenta es el armado del silo. Si allí queda un remanente de oxígeno entre las partículas, se va hacia un proceso de combustión que va a deteriorar la calidad y cantidad del silo. Pero cuando nuevamente se expone ese material al aire, “los microorganismos que estaban dormidos, entran nuevamente en actividad y potencialmente pueden degradar el ensilaje”, advirtió el profesional.
“Si no existió una compactación adecuada y esa fase inicial aeróbica se alarga –explica Clemente-, genera combustión y sube la temperatura”, con el consiguiente de deterioro.

Al momento de la confección del silo hay importantes variables a tener en cuenta. Una de ellas es el estado de maduración de forraje y contenido de materia seca, “algo que no siempre es conocido por el contratista ni el propio productor, entonces no se puede tomar la mejor decisión”.

Clemente recomienda monitorear el contenido de materia seca del maíz para poder tomar mejor decisión y entonces aumentar o disminuir el contenido de humedad, según se baje o se suba la altura de corte.
El tamaño del picado también es importante. Una partícula más chica permite una mejor compactación del silo. Pero aquí surge una contradicción, porque atenta contra la fibra que requieren los rumiantes para un mejor desarrollo. “Lo que puedo ganar en la compactación, lo puedo estar perdiendo posteriormente cuando se lo entregue a los animales”, indica el ingeniero.

El peso del equipo para el pisado también es clave. La ecuación sugerida para tener en cuenta, con una picadora entregando 100 tn/hora, es aplicar 38.000 kilos de tractor sobre el silo. El factor de capacidad de pisado del tractor se obtiene dividiendo su peso total por 400. En este sentido, un tractor de 12.000 kilos de peso tiene una capacidad de pisar 30 tn/hora.

Una mayor acumulación de pasadas de tractor también marca diferencias en la compactación.
Por esto y otros factores, el productor debe considerar al contratista como “un socio” y no contratar sólo por precio, sino tener en cuenta las características del trabajo a realzar.

Para Gustavo Clemente, es necesario dejar de pensarse como simples productores de leche o de forraje. “Tenemos que pensarnos como productores de alimento. Y en esto, el concepto de calidad es esencial. Por lo cual, tenemos que hacer todo bien desde un principio”.


Consejos para que la picada salga bien

Hay cuestiones simples que se pueden tener en cuenta para mejorar la densidad del silo y disminuir los riesgos de pérdidas de materia seca:

-Agregar peso a los tractores que pisan el silo, adicionando contrapesos en los extremos o añadiendo agua a los neumáticos.
-Sumar un tractor más al equipo que se usa para el pisado.
-Reducir la tasa de entrega del material por parte de la picadora al silaje.
-Trabajar con un espesor máximo de 15 centímetros en la capa que se desparrama para el pisado.
-Extender el tiempo de la terea de pisado, incluso después de terminar el picado.
-Disminuir el tamaño del picado de la materia que se ubicará en la parte superior del silo, para mejorar el compactado.
-Tener en cuenta que las partes central e inferior del silo siempre son las más densas, por lo que debe aumentarse el pisado hacia afuera.
-Comenzar el picado por los lotes más secos y concluir por los más húmedos.
-Picar primero los lotes más cercanos y dejar para el final los que requieren mayor distancia de traslado.


(*) Esta nota fue publicada en el suplemento Rural Region Centro del diario Clarín, el sábado 22 de enero de 2011.

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