Siete días con los abandonados del mundo

Foto: Lucrecia Valinoti / La Voz
-¿Por qué no venís a quedarte siete días con nosotros y después escribís una nota?

Me lo preguntó la vicedirectora del hospital José Ceballos de Bell Ville, en medio del pabellón uno de Colonia Alborada, donde están los internos crónicos, judicializados, más violentos y de patologías más profundas. Esos que se vieron en las fotos que dieron vuelta al país en estos días.

Eran unos 90 que recorrían el pabellón. Algunos gritaban, otros golpeaban las mesas y las camas. Un par estaban desnudos cerca de la puerta, sin hacer caso a un par de enfermeras que trataban de conducirlos hacia los dormitorios. La mayoría caminaban alrededor de los visitantes -un grupo de periodistas- pidiendonos puchos, hablándonos. Éramos la novedad en ese rincón de los olvidados de todos.

El hospital es blanco de críticas durante estos días por el abandono injustificable en el que se vieron esos pacientes. Lo que no se vio fue el otro abandono, el de los familiares, que en muchos casos los "depositan" en este hospital y nunca más se sabe de ellos. Hay otros que directamente no pueden hacerse cargo. Es la sociedad la que los abandona, en uno u otro caso.

No es lo mismo contarlo que verlo. Relatarlo que estar ahí. No más de 15 minutos fue mi paso por ese lugar. Me quedé pensando en las tres enfermeras que deben ocuparse de todos ellos. Si pudiera quedarme una semana, seguramente escribiría una historia diferente a las ya publicadas. También siento que ni yo ni nadie podría ser el mismo, luego siete días en ese lugar.

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