Ellos eran un matrimonio que comenzó feliz, con sus tres hijos y un buen pasar económico, hasta que llegó la separación. Dos años divorciados y en apariencia todo estaba normal. Pero el 28 de setiembre de 2005 fue como un "big bang" para los dos.
Ella desapareció de una manera tan insondable y misteriosa que nunca nadie pudo saber nada. Se rastrilló media provincia, se cruzaron miles de llamadas, se analizaron pistas, muestras, manchas, todo. Y no hay un dato de dónde pueda estar, si sigue viva, si está muerta, o qué.
Él pasó a ser el sospechoso número uno desde las primeras semanas. El círculo de la investigación lo fueron encerrando indefectiblemente y el 30 de agosto de 2006 la Policía lo esperó en una playa de estacionamiento para ponerle las esposas y llevarlo ante el fiscal Gustavo Atienza, investigador de la causa.
Habían pasado 11 meses de la desaparición de Mariela, el caso ya tenía su espacio ganado en la prensa de todo el país, se había habilitado un "0800" exclusivo para recabar datos, aparecieron testigos encubiertos, el gobernador José Manuel de la Sota ofreció un recompensa de 100 mil pesos y hasta el "no ingeniero" Juan Carlos Blumberg marchó por las calles de Villa María pidiendo la aparición de Mariela y la cárcel para Delpino.
Justamente desde allí, tras las rejas de la Penitenciaría de Villa María, es que el hombre centro de las sospechas se decidió a hablar... (Sigue en La Voz del Interior, 9/09/07 - Foto: Darío Galiano / La Voz).
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